Smiley
Chardonnay
France
Una Copa de Felicidad.-
Finaliza un agosto frío y lluvioso... y entre cajas y recuerdos, abrí una botella de Smiley Chardonnay para acompañar la despedida de mi amado Perú.
El vino me recibió con un amarillo pajizo brillante, como si me regalara un último atardecer en esta tierra que tanto me robó el aliento con sus colores impresionantes.
En la copa descubrí aromas exóticos de mango y fruta de la pasión, evocándome los jardines coloridos y fríos de mi Malecón.. aquel fiel acompañante en mis dias y sobre el que ahora descansa cada memoria transitada.
En boca lo sentí suave, fresco pero con impacto duradero, con esa acidez que equilibra dulzura y nostalgia. Cada sorbo me permitió abrazar un recuerdo antes de partir, como si el vino me sonriera en complicidad, recordándome que toda despedida también guarda esperanza.
Hoy este Chardonnay fue más que un vino, fue mi cómplice en un brindis íntimo entre melancolía y gratitud.
Una Copa de Felicidad.-
Finaliza un agosto frío y lluvioso... y entre cajas y recuerdos, abrí una botella de Smiley Chardonnay para acompañar la despedida de mi amado Perú.
El vino me recibió con un amarillo pajizo brillante, como si me regalara un último atardecer en esta tierra que tanto me robó el aliento con sus colores impresionantes.
En la copa descubrí aromas exóticos de mango y fruta de la pasión, evocándome los jardines coloridos y fríos de mi Malecón.. aquel fiel acompañante en mis dias y sobre el que ahora descansa cada memoria transitada.
En boca lo sentí suave, fresco pero con impacto duradero, con esa acidez que equilibra dulzura y nostalgia. Cada sorbo me permitió abrazar un recuerdo antes de partir, como si el vino me sonriera en complicidad, recordándome que toda despedida también guarda esperanza.
Hoy este Chardonnay fue más que un vino, fue mi cómplice en un brindis íntimo entre melancolía y gratitud.